El 7 de junio de 1926, habiendo empezado su cotidiano paseo, visitar la Iglesia de San Felipe Neri donde rezaba y hablaba con su confesor, fue atropellado por el tranvía de la línea 30, en la Gran Vía, en el cruce de la calle Bailèn. Las personas que lo recogieron, no lo reconocieron porque su indumentaria podía ser la de un mendigo, y lo llevaron al Hospital de la Santa Creu.

Todo apunta a que iba a cumplirse uno de los deseos que Gaudí había manifestado: morir pobre en un hospital de beneficencia cristiana, acogido por el amor de Dios. Dada la circunstancia, se le administró el sacramento de la unción de los enfermos, y al día siguiente, ya habiendo recuperado la conciencia, recibió el viático.

Gaudí murió dos días después, el 10 de junio de 1926. Sus últimas palabras fueron: "Amén. Déu meu! Déu meu!"

Su entierro resultó ser un duelo multitudinario en toda la ciudad de Barcelona. Acudieron desde las autoridades civiles y eclesiásticas hasta la gente más sencilla. Se enterró en la cripta del Templo de la Sagrada Familia, en la capilla de la Virgen del Carmen. Allí descansa y lo acompañan siempre los visitantes que piden su intercesión ante Dios.