René Magritte

René Magritte es el máximo exponente del realismo mágico. Su obra resulta muy atractiva visualmente ya que la técnica resulta ser muy minuciosa y realista. Sin embargo, lo más singular se encuentra en la interpretación. El proceso interpretativo por parte del espectador debe entenderse en tres etapas: reconocimiento, sorpresa y liberación del pensamiento.

La etapa de reconocimiento es el resultado del empleo por parte del artista de imágenes y objetos reconocibles: el cielo, el mar, la manzana, el hombre y la mujer.

Aunque los objetos se puedan reconocer, hay que tener en cuenta que éstos son presentados en su obra de una manera peculiar: Magritte sitúa los elementos de forma aislada ya que no parecen integrarse entre sí. El orden en el que se encuentran los objetos es tan inusitado que éstos pierden su identidad. Ello provoca la sorpresa en el espectador.

Aunque se asocie la pintura de Magritte al surrealismo, es importante que tengamos en cuenta que los sucesos en sus cuadros tienen un sentido, ya que el artista sigue una lógica rigurosa. El artista busca por cada objeto considerado, otro que tenga con el primero afinidades comunes, pero ocultas. El público, que observa la obra del belga, debe tener en cuenta que detrás de cada objeto y su colocación, se debe hacer una lectura semiótica. Este proceso da lugar a la liberación del pensamiento.