El 18 de octubre de 1469 en el Palacio de los Viveros de Valladolid contrajeron matrimonio Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. La boda se produjo de forma clandestina ya que Enrique IV de Castilla y hermanastro de Isabel, en el Tratado de los Toros de Guisando nombraba a Isabel heredera del trono a su muerte, pero una de las condiciones era que Enrique escogería el esposo para Isabel.
Isabel y sus consejeros, viendo que detrás de esto pudiera haber alguna argucia para separarla del trono decidió buscar esposo en secreto. Así, después de barajar algún nombre, eligió a Fernando, heredero del trono de Aragón.
Para poder encontrarse los novios de forma clandestina y así poder celebrarse el enlace, Isabel dijo querer ir a Ávila a visitar la tumba de su hermano y Fernando atravesó Castilla como un simple mozo de mula.
Enrique IV al enterarse del matrimonio rechazó el acuerdo de Guisando y volvió a nombrar como heredera a su hija, Juana.
Como anécdota, hasta el 1 de diciembre de 1471 cuando el Papa Sixto IV expidió una Bula, el enlace de los Reyes Católicos era nulo, pues eran primos y necesitaban esta dispensa de consanguinidad y la emitida para celebrar el enlace era falsa.